¿Hay algún lugar al que podamos acudir por estabilidad, sin importar lo que ocurra en el mundo o en nuestras propias vidas? ¿Podemos mirar al futuro con esperanza, independientemente de las circunstancias de la vida y del mundo? En estos días, muchas personas están viendo a Dios como su estabilidad. El mundo que nos rodea está en continuo cambio, pero Dios no cambia; Él es constante, Él es confiable. Él dice, “¿hay algún otro Dios fuera de mí? No, no hay otra roca; no conozco ninguna. Porque yo, el Señor, no cambio”1. Dios siempre está ahí y podemos contar con Él. Él es “el mismo ayer, hoy y siempre”2. Y Dios puede darse a conocer dándonos paz por medio de Él, haciendo que nuestros corazones descansen seguros.
Heather, graduada de Stanford, lo dijo de esta forma: “Estar en una verdadera relación con Dios es una hermosa y asombrosa realidad diaria. Hay una ‘compañía cósmica’ que no cambiaría por nada en el mundo. Soy profundamente conocida y amada de una manera que solo puedo esperar comunicar adecuadamente.”
Steve Sawyer, quien padece hemofilia, buscó estabilidad cuando descubrió que había contraído el VIH por una mala transfusión de sangre. Al principio Steve estaba muy desesperado y culpó a Dios, pero luego, Steve se acercó a Él. Este es el resultado: durante los últimos años de su vida, Steve viajó a innumerables campus universitarios (soportando un gran dolor) únicamente para contar a los estudiantes cómo podían conocer a Dios y experimentar la paz que él había experimentado al conocerlo. Dios ha dicho: "Mi paz les doy; yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo”3. Así como Steve, otros han aprendido que no importa lo que pase en esta vida, no es “el fin del mundo”, porque este mundo no es el fin.
Hay que reconocer que muchas personas esperan que los tiempos sean realmente difíciles antes de acudir a Dios. Un capellán militar de la Segunda Guerra Mundial dijo que "no hay ateos en las trincheras". Cuando la vida es color de rosa, las personas no sienten que necesitan a Dios, pero eso suele cambiar cuando las cosas se complican, cuando nos damos cuenta de que estamos en las trincheras.
Caryn describe su camino con Dios de la siguiente forma: “pensé que era cristiana porque iba a la iglesia los domingos, pero no tenía ni idea de quién era Dios. Mi último año de instituto se parecía mucho a mis otros tres años; pasé la mayor parte de mi tiempo emborrachándome, drogándome o tratando de encontrar alguna forma de que alguien me amara. Me estaba muriendo por dentro y no tenía ningún control sobre mi vida. Cuando me di cuenta de lo mucho que deseaba que mi vida terminara, supe que cuando me fuera a la universidad debía encontrar algo de esperanza. Fue entonces cuando le pedí a Dios que entrara en mi vida. Él me ha mostrado amor, seguridad, perdón, apoyo, consuelo, aceptación y un propósito para vivir. Él es mi fuerza, y no estaría aquí hoy si no fuera por Él".
¿Quién conoce lo que depara el futuro? La vida puede ser una batalla y muchos pueden sentirse como en una trinchera, nuestra tranquilidad puede verse muy afectada. En esos momentos en los que la situación se complica, solemos recurrir a Dios. Eso está bien, porque Dios, quién es constante, está siempre ahí y realmente quiere involucrarse en nuestras vidas. Él dice: “Yo, yo soy el Señor, fuera de mí no hay ningún otro salvador”4. Sí, se puede considerar a Dios como un "soporte", pero es probable que sea el único verdaderamente legítimo.
Algunas personas, por el contrario, acuden a Dios incluso cuando las cosas parecen ir bien. John expresó lo siguiente: “en mi último año de universidad había conseguido todo lo que la gente me decía que me haría sentir realizado: tener papeles de liderazgo en las organizaciones del campus, salir de fiesta, sacar buenas notas, salir con chicas por las que me sentía realmente atraído. Todo lo que quería hacer y conseguir en la universidad se hizo realidad, pero seguía sin sentirme satisfecho. Todavía me faltaba algo y no tenía ningún sitio donde ir. Por supuesto, nadie sabía que me sentía así en la vida; por fuera no lo demostraba”.
Incluso cuando las cosas parecen ir en marcha, la vida puede presentar una trinchera interna que es invisible a simple vista pero que se siente en el corazón. Becky describió este fenómeno de esta manera: "¿Cuántas veces has pensado que, si solo tuvieras esa prenda de vestir, o ese novio, o llegaras a visitar algún lugar, entonces tu vida sería feliz y completa? ¿Y cuántas veces has comprado esa camisa, o has salido con ese chico o has visitado ese lugar y te has ido sintiéndote más vacío que cuando empezaste?"
No necesitamos el fracaso o la tragedia para sentirnos en las trincheras. La mayoría de las veces, la falta de paz es simplemente el resultado de la ausencia de Dios en nuestras vidas. Becky compartió lo siguiente: “desde que conocí a Dios he tenido muchas luchas y cambios en mi vida, pero todo lo que hago adquiere una nueva perspectiva al saber que tengo a un Dios amoroso y eterno a mi lado. Creo que no hay nada que Dios y yo no podamos manejar juntos, y en cuanto a la plenitud que tanto buscaba, por fin la encontré”.
Con Dios involucrado en nuestras vidas, podemos estar tranquilos. A medida que conocemos a Dios y leemos lo que dice en la Biblia, Él nos da esa paz a nuestras vidas porque le conocemos. Vemos la vida desde su punto de vista, conscientes de su fidelidad y de su capacidad para cuidar de nosotros. Así que, no importa lo que depare el futuro, podemos poner nuestra esperanza en Dios como nuestro constante. Él está esperando para mostrarse en nuestras vidas si nos volvemos a Él y lo buscamos.
¿Sobre qué estás construyendo tu vida? Lo creas o no, cada persona está construyendo sobre algo. Cada uno de nosotros tiene un fundamento, algo en lo que ponemos nuestra esperanza y fe. Quizá seamos nosotros mismos: “sé que puedo hacer de mi vida un éxito si me esfuerzo lo suficiente”. O un estilo de vida: “si puedo ganar suficiente dinero, la vida será maravillosa”. O incluso un periodo de tiempo: “el futuro va a cambiar las cosas”.
Dios tiene una perspectiva diferente. Él dice que edificamos es terreno inestable si ponemos nuestra esperanza y fe en nosotros mismos, en otras personas o en cualquier cosa que ofrece este mundo. En lugar de eso, Dios quiere que confiemos en Él. Él dice: “todo el que oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca. Pero todo el que oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, soplaron los vientos y azotaron aquella casa. Esta se derrumbó, y grande fue su ruina”5.
Es sabio involucrar a Dios en nuestras vidas para esos tiempos cuando llegan las catástrofes, porque la intención de Dios es que tengamos una vida más abundante sin importar las circunstancias. Él quiere tener una influencia positiva en cada área de nuestras vidas. Cuando nos apoyamos en Él y en sus palabras, estamos construyendo sobre la Roca.
Algunas personas se sienten seguras siendo hijos de un multimillonario, o sabiendo que pueden sacar buenas notas fácilmente. Hay una seguridad aún mayor al tener una relación con Dios.
Dios es poderoso. A diferencia de nosotros, Dios sabe lo que pasará mañana, la próxima semana, el próximo año, la próxima década. Él dice: “yo soy Dios, y no hay nadie igual a mí. Yo anuncio el fin desde el principio”6. Él sabe lo que pasará en el futuro, y más importante, Él sabe lo que ocurrirá en tu vida y estará ahí para ti incluso cuando pasen cosas malas, si has elegido incluirlo en tu vida. Él nos dice que puede ser “nuestro refugio y fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia”7. Pero debemos hacer un esfuerzo sincero para buscarlo. Él dice: “me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón”8.
Eso no significa que aquellos que conocen a Dios no atravesarán tiempos difíciles. Lo harán. Si nuestra nación sufre ataques terroristas, desastres ambientales o económicos, los que conocen a Dios estarán incluidos en el sufrimiento. Pero hay una paz y una fuerza que da la presencia de Dios. Un seguidor de Jesucristo lo expresó de esta manera: “Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos”9. La realidad nos dice que enfrentaremos problemas; sin embargo, si los atravesamos en una relación con Dios, podemos reaccionar ante ellos con una perspectiva diferente y con una fuerza que no es la nuestra. Ningún problema tiene la capacidad de ser insuperable para Dios. Él es más grande que todos los problemas que puedan golpearnos, y no nos deja solos para enfrentarlos.
Dios nos cuida. El gran poder de Dios que puede mostrar en nuestras vidas está acompañado por Su profundo amor. El futuro podría ser una época de paz mundial como nunca antes se había visto, o tal vez habrá más odio y violencia étnica, divorcios, etc. En cualquier caso, nadie nos amará tanto como Dios puede amarnos. Nadie nos cuidará tanto como Dios desea hacerlo. Su Palabra nos dice: Bueno es el Señor; es refugio en el día de la angustia, y protector de los que en Él confían”10. “Depositen en Él toda ansiedad, porque Él cuida de ustedes”11. Y: “El Señor es justo en todos sus caminos y bondadoso en todas sus obras. El Señor está cerca de quienes lo invocan, de quienes lo invocan en verdad. Cumple los deseos de quienes le temen; atiende a su clamor y los salva”12.
Jesucristo dijo a sus seguidores estas reconfortantes palabras: “¿No se venden dos gorriones por una monedita? Sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin que lo permita el Padre; y Él les tiene contados a ustedes aun los cabellos de la cabeza. Así que no tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones”13. Si te diriges a Dios, Él cuidará de ti como nadie más lo hace, y de una manera que nadie más puede.
No tenemos idea de lo que nos depara el futuro. Si nos trae tiempos difíciles, Dios puede estar ahí para nosotros. Si trae tiempos fáciles, seguiremos necesitando a Dios para llenar ese vacío interior que tenemos y para dar sentido a nuestras vidas.
Cuando todo está dicho y hecho, ¿qué es lo que más importa? Lo que realmente importa es que no estamos separados de Dios. ¿Conocemos a Dios? ¿Nos conoce Él? ¿Lo hemos dejado fuera de nuestra vida? ¿O lo hemos dejado entrar? Al conocerlo, Él produce en nosotros una perspectiva diferente y nos da esperanza. Al estar en una relación con Él, podemos tener paz en medio de cualquier circunstancia.
¿Por qué Dios debe ser el centro de nuestra vida? Porque no hay verdadera paz ni esperanza si no lo conocemos. Él es Dios y nosotros no. Él no depende de nosotros, pero nosotros dependemos de Él. Él nos creó para necesitar Su presencia en nuestras vidas. Podemos intentar que la vida funcione sin Él, pero será inútil.
Dios quiere que lo busquemos. Él quiere que lo conozcamos y que lo involucremos en nuestras vidas. Pero hay un problema: todos lo hemos dejado fuera. La Biblia lo describe de esta manera: “Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino”14. Todos hemos intentado que nuestra vida funcione sin Dios. Eso es lo que la biblia llama “pecado”.
Heather, citada anteriormente, hace un comentario acerca del pecado: “Cuando entré en Stanford, no era cristiana. El mundo estaba entonces a mis pies, esperando ser revolucionado. Asistí a reuniones políticas, tomé clases sobre racismo y justicia social, y me sumergí en el centro de servicio comunitario. Creía en el poder que había en mí para marcar una diferencia significativa en el mundo. Daba clases particulares a niños desfavorecidos de la escuela primaria; dirigía el campamento para personas sin hogar; recogía las sobras de comida para alimentar a los hambrientos. Sin embargo, cuanto más intentaba cambiar al mundo, más frustrada me sentía. Me enfrenté a la burocracia, la apatía y ... al pecado. Empecé a pensar que quizá la naturaleza humana necesitaba una profunda renovación.”
Los tiempos cambiantes y la mejora de la tecnología no importan mucho en el gran esquema de las cosas. ¿Por qué? Porque nuestro problema básico como seres humanos es que nos hemos distanciado de Dios. Nuestros mayores problemas no son físicos, sino espirituales. Dios lo sabe, por eso proporcionó una solución para eliminar la separación que había entre Él y nosotros. Hizo un camino para que encontremos nuestro camino de regreso a Él... a través de Jesucristo.
La Biblia dice que: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”15. Jesucristo fue crucificado (una forma antigua de ejecución) por nuestros pecados, en nuestro lugar. Él murió, fue sepultado y resucitó de entre los muertos. Por su muerte sacrificial podemos llegar a tener una relación con Dios: “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios”16.
En realidad, es muy simple: Dios quiere estar en una perfecta relación con nosotros, así que hizo posible esa relación a través de Jesús. Por lo tanto, depende de nosotros buscar a Dios y pedirle que entre en nuestras vidas. La mayoría de las personas lo hace a través de la oración. Orar significa hablar honestamente con Dios. Puedes acercarte a Dios ahora mismo diciendo, con sinceridad, algo como esto: “Dios, quiero conocerte. Hasta ahora no te he permitido entrar en mi vida, pero quiero cambiar eso. Quiero aprovechar tu solución para la separación que hay entre tú y yo. Confío en la muerte de Jesús a mi favor para poder ser perdonado y justificado delante de ti. Quiero que estés involucrado en mi vida a partir de hoy”.
¿Le pediste sinceramente a Dios que entrara en tu vida? Solo tú y Él lo saben con seguridad. Si lo hiciste, te esperan muchas cosas. Dios promete hacer de tu vida presente una de mayor satisfacción debido a tu relación con Él17. Promete hacer morada en ti18. Y te da vida eterna19.
Melissa dijo lo siguiente sobre Dios: "Mi madre se divorció de mi padre cuando yo era muy pequeña, y no sabía muy bien qué pasaba; solamente sabía que mi padre ya no venía a casa. Un día fui a visitar a mi abuela y le dije que no entendía por qué mi padre me hacía daño y luego desaparecía. Ella me abrazó y me dijo que había alguien que nunca me abandonaría, y ese alguien era Jesús. Citó Hebreos 13:5 y Salmos 68:5, que dicen: “Nunca te dejaré, jamás te abandonaré y Él será padre de los huérfanos. Me emocionó mucho oír que Dios quería ser mi Padre".
No importa lo que ocurra en el mundo que te rodea, hay paz al saber que Dios puede estar ahí para ti. Independientemente de lo que el futuro depare, puedes tener a Dios como tu estabilidad.
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Notas al pie: (1) Isaías 44:8 y Malaquías 3:6 en la Biblia (2) Hebreos 13:8 (3) Juan 14:27 y 16:33 (4) Isaías 43:11 e Isaías 45:22 (5) Mateo 7:24-27 (6) Isaías 46:9-10 (7) Salmo 46:1 (8) Jeremías 29:13 (9) 2 Corintios 4:8-9 (10) Nahum 1:7 (11) 1 Pedro 5:7 (12) Salmos 145:17-19 (13) Mateo 10:29-31 (14) Isaías 53:6a (15) Juan 3:16 (16) Juan 1:12 (17) Juan 10:10 (18) Juan 14:23 (19) 1 Juan 5:11-13